Emprender en cultura sí pega

Cinco casas independientes, cinco fuertes propuestas artísticas en Tulcán 

Tulcán, 17 de octubre de 2022
Redacción Vínculo
La acrobacia y la psicología se mezclan en Thanta Wayraq.

Las casas culturales independientes en Tulcán tienen reglas flexibles, fondos propios y ayudan a circular nuevas ideas y propuestas artísticas. La mayoría fueron inmuebles abandonados que ahora son proyectos que mezclan teatro, psicología, reciclaje, gastronomía, música, circo y emprendimientos culturales.

Una de ellas es Thanta Wayraq, que en quichua significa “viento que corre”. Está en el centro de Tulcán donde se acondicionó la planta baja de un edificio de cuatro pisos en cuya parte posterior había basura, electrodomésticos viejos y animales muertos. Y en su extenso parqueadero, se instaló una estructura metálica donde funciona un trapecio y telas para el arte circense. 

Devaky Guamán, usuaria del espacio, dice que el circo es la puerta de entrada para las demás artes en Tulcán. Ella piensa que se debería publicitar más esta propuesta. “Bien puede servir para trabajar en conjunto con otras casas y elaborar proyectos grandes”

Esta propuesta artística es de Eliza Imbacuán y Alí Nader, psicóloga y artista circense que vivían en Quito. Mezclaron la acrobacia y la psicología con el objetivo de formar artistas y deportistas con buena salud mental. “Hay emociones que se pueden canalizar con el trabajo físico y el arte. Si se tiene un montón de frustración desfogo esa energía”, dice Eliza Imbacuán.

Son cinco espacios culturales independientes en Tulcán: Casa del Qué Dirán, Casa Vínculo, Casa Urqu, Thanta Wayraq y Casa Vieja, que en total manejan un promedio de 120 personas al mes. Pablo Lalama, músico y quien dirige La Casa Vieja, en el norte de la ciudad, dice que estos espacios son necesarios porque son lugares de desfogue, se cultiva la curiosidad, se conoce gente nueva y se generan pensamientos nuevos.

En la Casa Vieja se enseña música, realizan jams y se imparten talleres.

Casa vieja fue una bodega y ahora sus paredes y pisos están alfombrados. Por eso se siente la calidez.  Al fondo hay un pequeño escenario con una batería, bajos, guitarras y amplificadores para componer y producir música jazz, hip hop, blues, rock, entre otros géneros. También se realizan jams, que son improvisaciones musicales con público. Además se imparten talleres de bajo, percusión y guitarra.

Dayahirt Villacorte es su usuaria. Dice que su infraestructura es lo que más le llama la atención: la sala donde se sientan las personas, el pequeño escenario donde se puede ver el show en vivo y la espontaneidad con la que se forman eventos y bailes por las improvisaciones musicales. 

Cerca de una década tienen estas casas culturales en la capital del Carchi. Una de las primeras fue la Casa Encuentada, donde se realizaban lecturas con niñas y niños. Su tiempo de funcionamiento fue del 2013 al 2017. Posteriormente se fundó la Casa del Qué Dirán, hace ocho años y está ubicada en las calles Uruguay y Maldonado. Allí se percibe un ambiente dedicado a los niños, aunque de este lugar han salido y ensayado obras de teatro para público adulto que han ganado concursos nacionales. También se dedican a la realización de eventos con títeres, cine foros, talleres de cerámica, entre otras actividades para niños, jóvenes y adultos. 

Ana Pillajo, quien es una de las personas que dirige la Casa del Qué dirán, manifiesta que los espacios independientes son necesarios porque brindan nuevas posibilidades para que niños y jóvenes sientan apego por el teatro y haya fortalecimiento de las artes.

Las razones para que los jóvenes prefieran las casas independientes tienen que ver con la preferencia a nuevas propuestas artísticas y espacios de encuentro para otra generación de públicos. 

En ese sentido Luis Rosero Mora, director provincial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana núcleo del Carchi, indica que la cultura va renovándose de acuerdo a la época. “Ahora nadie habla del tango, casi ha desaparecido el pasillo. Hay que mantener el arte tradicional. Ellos (los jóvenes) ven una nueva forma de hacer arte producto del internet”, afirma. Según Luis Rosero hay más de 150 jóvenes que asisten a talleres de cerámica, coros, orquesta, visitan los museos y la biblioteca. 

Sin embargo, el arte es un derecho pero implica gastos. Anderson Sánchez, usuario de la Casa Urqu y artista urbano, dice que es una tarea de todos el mantener las casas culturales independientes. A su criterio, hay que dar valor al esfuerzo que hacen estos lugares para atraer al público. “Sacan recursos desde donde no los hay”.

Dalila Calán y sus hijos transformaron su vivienda en la casa cultural Urqu.

Sobre esto, Dalila Calán, de la Casa Urqu, en el sur de Tulcán, cuenta que tramitaron un préstamo para cristalizar el deseo de tener un espacio cultural independiente. Con el dinero arregló la casa donde viven sus hijos y nietos y realizan ferias artístico-gastronómicas, talleres, pequeños conciertos y comidas familiares para sostener el proyecto.

Este proyecto cultural nació con la pandemia, en 2019, iniciativa de familia al no existir espacios inclusivos en Tulcán. “Somos muy tradicionales y es un desafío y una oportunidad para demostrar habilidades y destrezas. Nos encontramos con emprendedores que no han tenido oportunidad y se abren estos espacios para mostrarlas. Los tulcaneños debemos entender que son espacios en los que hay cambios estructurales en las generaciones y que hay que romper normas de comportamientos sociales porque eso nos limita”.

Sobre este espacio, Dayahirt Villacorte indica que “es diferente porque hay más talleres de cerámica y pintura”. Para ella los gestores culturales no deben rendirse en sus proyectos. “Que se pierda el miedo a lo nuevo, que se generen más espacios”, exclama.

Para Fernando Revelo, jefe de cultura de la alcaldía de Tulcán, hay que “meterle presupuesto” a los espacios para que sigan siendo independientes con recursos públicos. Es por ello que algunas casas culturales han ganado los fondos concursables que este departamento municipal oferta cada año. Expresa también que en los centros de cultura institucionales deben participar colectivos independientes, LGBTIQ+ e intergeneracionales.