ARCHIVOS EN EXCEL
Contrario a lo que la ley obliga, aquellos personajes de aspecto amable, elegidos cada cuatro años, la ponen difícil cuando quieres saber dónde colocan tu plata.
Imagínate ingresar a la pestaña de transparencia de una institución pública y toparte con un archivo excel que, a su vez, tiene muchos archivos más. Y que estas hojas de cálculo tengan un diccionario particular para entenderlo. O sea, hacer confusa la navegación y darle un lenguaje poco claro es crear la opacidad más que la transparencia.
Se trata del mundo de los datos abiertos. En teoría públicos y entendibles para que cualquier persona mire el trabajo de las autoridades.
Que están abiertos; sí. Abiertos como el bolsillo de Doraemon, el personaje de la serie infantil. Toneladas de archivos confusos, llenos de sorpresas poco entendibles hasta para la Defensoría del Pueblo. Ellos están encargados de que puedas fiscalizar a tu GAD parroquial o cualquier organización que maneje fondos públicos, amparados en la Ley Orgánica de Acceso a las Transparencia de la Información Pública (LOTAIP).
En una entrevista que tuve con dicha institución reconocieron que es difícil comprender los formatos de datos abiertos de las instituciones.
Pero bueno. Luego un ir y venir en la pestaña de Transparencia del GAD parroquial de Pioter, a 45 minutos de Tulcán, ubiqué los archivos, di clic en el documento que intuí me diría cómo manejaron los recursos para arreglarme la vida. ¡Y resulta que pusieron un enlace con información de otro GAD! Pues si no querían dar cuenta de cómo manejaron el dinero, prefiero que no suban nada. Prefiero que no insulten nuestra inteligencia. No quiero decenas de archivos que exudan un incierto cumplimiento de metas.
Creo que pocos hablamos de esto. Y somos pocos por la escasa alfabetización digital y porque vivimos en desiertos informativos con toneladas bytes de información poco comprensible. Paradójicamente, los llamados a reverdecer estos desiertos no lo decimos por nuestras ocupaciones de sobrevivir a la precariedad periodística y porque estamos cansados de pedir información y que no la entreguen.
Capaz tenga razón la gente de la ruralidad en dedicarse a lo suyo. A proveer alimentos a la ciudad, a caminar horas a la escuela, a sus celebraciones, en lugar de ahogarse en datos abiertos en los que se obstruye el derecho a buscar información.
Dedicarse a sacar medallas olímpicas, por ejemplo. Richard Carapaz y Tamara Salazar, en ciclismo y halterofilia, respectivamente, son de la zona rural del Carchi, que a decir de la Defensoría del Pueblo, la ruralidad es una región con malas calificaciones en subir la información pública.
Es la paradoja que anticipó el sociólogo polaco Zygmunt Bauman: el exceso de información es peor que la escasez.